En Enero de 2013, reuní más de una década de material grabado en Hi8, VHS, VHSC, mini DV y audio cassette de mi investigación en Portobelo (Panamá) con el fin de digitalizarlo. Me dejó con un sentimiento de liberación pero también de nostalgia. Para mi trabajo, este primer paso hacia la digitalización supuso pasar de objetos de materiales ligeros y pesados, dotados de textura y formas a algo “distinto” y “lejano”, es decir, convertir objetos tangibles y concretos que almacenaba en mi casa en archivos distantes transformados en hipervínculos, alojados en servidores y en discos duros externos. Esos rollos de datos cualitativos cargados de significado están limitados por su soporte de plástico y por mi habilidad para acceder a ellos. Traducidos a un lenguaje universal de ceros y unos, ofrecen la posibilidad de avanzar y retroceder para crear nuevas redes mediante las que la investigación puede conectar más fácilmente con el conocimiento comunitario más profundo y con otras líneas de investigación, con el objetivo de completar nuestra visión del pasado de Portobelo y matizar las preguntas que tendremos que responder en el futuro.
La ampliación de mi trabajo centrado en la representación tenía como fin incorporar de manera crítica herramientas y métodos digitales Lo que me ha dado la oportunidad de trabajar en colaboración con la comunidad de Portobelo para responder a la necesidad de conservar en mejores condiciones su cultura, al mismo tiempo que avanzan las investigaciones sobre ella. Las tecnologías digitales, un punto de apoyo fundamental para mi trabajo etnográfico crítico/performático, poseen la capacidad de 1) ampliar las posibilidades de obtener beneficios mutuos de forma dinámica y prolongada en determinadas áreas geográficas; 2) reducir el espacio ideológico entre los investigadores y las comunidades donde llevamos a cabo nuestro trabajo, especialmente cuando se está tan cerca del campo de estudio; y 3) eliminar las barreras que impiden el acceso a las investigaciones, ofreciendo plataformas de código abierto y fáciles de usar, que fomenten una co-creación, una crítica y un consumo más orgánicos.
Igualmente, la aproximación a las humanidades digitales con herramientas y métodos de análisis recopilados gracias a mi situación de etnógrafa crítica performática abre la posibilidad de 1) debatir y expandir las nociones de “libre acceso”; 2) interactuar de manera crítica con las herramientas y con los resultados que obtenemos con ellas, puesto que se trata de instrumentos culturales carentes de neutralidad, que circulan dentro de sistemas culturales y políticos plurales, a menudo desprovistos de la capa de protección que les brindan los contextos en los que los incluimos; 3) establecer colaboraciones entre científicos informáticos, investigadores de humanidades, diseñadores web, programadores y miembros de la comunidad para analizar cómo las categorías digitales existentes obvian a veces la complejidad de la investigación cualitativa, mediante aclaraciones que permitan la legibilidad del trabajo dentro de sistemas informáticos más cuantitativos; y 4) explorar los límites existentes como retos productivos que puedan “desarrollar” la tecnología, así como permitir que los investigadores cualitativos sean más explícitos sobre los sistemas de codificación y categorización que dirigen el trabajo analítico de nuestros proyectos. Dicho de otro modo, trabajar juntos para “enseñar” a las herramientas digitales cómo organizar e interpretar nuestros proyectos con la complejidad que pretendemos, requiere que examinemos de forma crítica y expliquemos detalladamente cada etapa que utilizamos. De este modo, el material tendrá sentido y servirá de forma particular en nuestras investigaciones escritas y en persona.
A lo largo del año pasado, mantuve conversaciones en los dos países por medio del programa de mensajería para Smartphone llamado WhatsApp, Facebook, Tumbr, Twitter y dos cuentas de correo electrónico, con el objetivo de conocer al equipo, planificar e idear estrategias con ellos en Atlanta (Georgia), Los Ángeles (California), Hillsborough y Durham (Carolina del Norte) y Portobelo (Panamá). Las tecnologías digitales constituyen un elemento de gran valor en el conjunto de herramientas que uso en mis análisis etnográficos críticos actuales. Estas ventajas virtuales no reemplazan de ningún modo las necesidades continuas de verse con frecuencia cara a cara. Sin embargo, antes de contar con estos adelantos tecnológicos, para comunicarnos entre una visita y otra, se hacían llamadas telefónicas cortas y muy costosas para celebrar o deplorar un cambio de etapa. Actualmente, durante los periodos entre dos visitas se llevan a cabo numerosas colaboraciones mediante un constante contacto interpersonal de carácter informal, que refuerza nuestra capacidad para crear relaciones sólidas. No obstante, existe una marcada división digital del mundo, especialmente entre el ámbito rural y urbano, y por supuesto entre el Norte y el Sur Global. No se trata solamente de un asunto de accesibilidad, sino de la calidad, la rapidez, el coste y la fiabilidad del acceso. ¿Qué nuevas posibilidades surgen al emplear productos y métodos de investigación mediante el uso de las tecnologías digitales? ¿Qué nuevos puntos de fricción aparecen en los múltiples niveles de interpretación cuando se eliminan los matices y las particularidades de una determinada realidad? ¿Qué tipo de trabajo de fondo, infraestructuras, recursos y competencias son necesarios para que el resultado sea visible, fácil de usar y atractivo? ¿Qué recursos, tecnologías y competencias funcionan como “precio” de admisión? Y, ¿mediante qué procedimientos, usando qué medios, ese “precio” se puede reducir de manera significativa? Portobelo Digital aspira a servir de plataforma pública que permita a los investigadores y a los miembros de la comunidad plantearse todas esas preguntas y puedan dar una respuesta conjunta.
Extraído de “Epílogo,” When the Devil Knocks: The Congo Tradition and the Politics of Blackness in 20th Century Panama, The Ohio State University Press. (Enero de 2015)