En 2010, uno de mis estudiantes de grado del curso de Etnografía crítica y performática me preguntó si iba a hablarles de mi investigación en Portobelo como ejemplo de trabajo de “etnografía crítica”. Se trataba de una buena pregunta que ya había anticipado. Empecé hablándoles de cómo había asociado la teoría crítica con la investigación de campo. Presté especial atención a los mecanismos de poder y a los circuitos mediante los cuales la comunidad y yo nos implicábamos de diversos modos y traté de intervenir en la política representativa de la zona, en la que se enmarcaba a menudo la representación congo como un fenómeno estrictamente folclórico y social, omitiendo así su pasado sociopolítico y los matices de su práctica actual.
Como etnógrafa crítica/performática, he utilizado de forma consciente actuaciones en vivo y proyectos de instalación de eventos para facilitar el acceso a mis investigaciones, en especial a las comunidades estudiadas y que se implican en ellas. Esto reforzó el trabajo de investigación. Aunque mi trabajo estaba al servicio de la comunidad congo de Portobelo (Panamá), al tratar un tema ausente en la investigación universitaria sobre las contribuciones culturales de dicha comunidad en el desarrollo de la República y en la historia cultural de las Américas, me sentí desprotegida frente a la pregunta de mi estudiante, ya que sabía que mi trabajo no había dado aún una respuesta a la necesidad de la comunidad de un tipo específico de intervención crítica. Esto es, la necesidad de preservar su patrimonio cultural y la posibilidad de facilitar su acceso y su uso dentro de la propia comunidad.
Extraído de “Epílogo,” When the Devil Knocks: The Congo Tradition and the Politics of Blackness in 20th Century Panama, The Ohio State University Press. (Enero de 2015)